Vacío

Vacío
En la sala número siete del gabinete de psiquiatría Onixo, se encuentra el despacho de la doctora Iliana. En este momento está atendiendo a uno de sus pacientes, Soyer. Es un chico bastante conflictivo. Ella cree solventar todos sus actos involuntarios. Todo va bien hasta que a él se le enrojece el rostro de golpe. Ella lo mira con atención quedando perpleja ante ese hecho inesperado.
Soyer mira la figurita que hay en la mesa, una mujer con un niño en sus brazos. Se levanta, la coge y vuelve a su silla.
– ¿Te pasa algo?
Él cierra los ojos y ve como un automóvil se abalanza hacia ellos. No puede maniobrar a tiempo y queda sin sentido. Cuando sus ojos se abren apenas puede moverse, toca a su mujer, ¡Sara, Sara! No responde. Mira hacia el asiento de atrás, ¡Cory, Cory! No se mueve. Intenta salir del coche.
– ¿Soyer, estás bien? -la doctora pregunta de nuevo.
-Sí. ¿Por qué lo dice? Sólo necesito beber un poco de agua. Me noto muy cansado.
Iliana va hacia el mueble del fondo y le ofrece un vaso de agua. Vuelve a mirarlo y observa que el color de su cara ya no está encendido. No se sorprende y continua con la conversación.
-Decías Sara y Cory.
-Yo no conozco a nadie con esos nombres. Se levanta y va hacia a la puerta
Recomendada1recomendaciónPublicado en Historias para ser contadas
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